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Más mascarillas que medusas

“Nuestros mares son el verdadero pulmón de este planeta mal llamado Tierra y hoy en día están muy heridos”

El mar ha sido uno de los perjudicados por la pandemia Covid 19 que lleva planeando sobre nuestras cabezas desde 2019. Los nuevos residuos se han incorporado a nuestros mares ya de una manera habitual porque parece que nos cuesta mucho aprender la lección de que, si lo tiras al suelo, lo tiras al mar. Millones de mascarillas y guantes, residuos hasta ahora poco habituales en los fondos marinos, navegan a su libre albedrío por nuestros océanos.

Han sido dos años de irresponsabilidades humanas porque a pesar de que cada día se lucha más por la concienciación y la educación del respeto al medio ambiente, sigue habiendo personas que no se han enterado de que hay que cuidar nuestro planeta porque, de momento, tenemos que seguir viviendo en él y no nos podemos mudar a otro.

Se estima de 1.600 millones de mascarillas han terminado en el mar desde 2020, un tres por ciento de los 52 millones que se fabricaron en ese año. En 2021 se fabricaron 129 millones de mascarillas al mes, lo que hace que este residuo ensombrezca a las botellas de plástico. Los buceadores profesionales se han dado cuenta de que este residuo está proliferando en el fondo de los mares y han hecho una llamada de atención para que se sea mucho más cuidadoso a la hora de desecharlo. En la actualidad en el mar hay más mascarillas que medusas y teniendo en cuenta que una mascarilla tarda 450 años en degradarse, el futuro no es muy halagüeño.

Creo que va siendo hora de tomar una determinación y quizás adaptar contenedores específicos para las mascarillas y los guantes, así como los hay para el vidrio y el papel. Las playas son el rompeolas de nuestra civilización y hasta ellas van llegando los residuos como si se tratara de los restos de un naufragio. En una autopsia realizada a un pingüino de Magallanes se encontró en su estómago una mascarilla con respirador.

Los investigadores han descubierto que se han generado más de ocho millones de toneladas de residuos plásticos asociados a la pandemia en todo el mundo, y que más de 25.000 toneladas han entrado en el océano mundial. Esto es una barbaridad y nuestros mares no van a poder digerir tal cantidad de residuos.

Dentro de tres o cuatro años, se espera que una parte importante de estos desechos plásticos oceánicos llegue a las playas o al lecho marino. Una parte más pequeña irá a parar a mar abierto, para acabar atrapada en los centros de las cuencas oceánicas o en los giros subtropicales, que pueden convertirse en parches de basura, y en una zona circumpolar de acumulación de plástico en el océano Ártico.

Los ríos y las cuencas hidrográficas de todo el mundo merecen una atención especial porque son ellas las transportadoras de los residuos que acaban en los mares. De todas las maneras no se trata tanto de limpiar, que también, se trata de no ensuciar y de reciclar. Es una gran verdad ese lema de que “si lo tiras al suelo, lo tiras al mar”, o “el mar comienza aquí” señalando claramente a las alcantarillas de las ciudades.

Desde la Fundación Ecomar estamos incrementando nuestras actuaciones directas sobre las costas con la ayuda de voluntarios de 7 a 14 años, que son nuestro futuro y los que verdaderamente puede asimilar esta educación, que deberíamos haber implantado mucho antes. Llevamos 22 años incidiendo en este problema y a pesar de que hay que pensar en verde medioambiental, nosotros cogimos la bandera azul hace ya muchos años. Nuestros mares son el pulmón de la tierra y hoy en día están muy heridos.

Theresa Zabell Lucas
Presidenta de la Fundación Ecomar