
¿Hasta dónde puede llegar la basura? Hasta el Everest y más allá
- Ecoblog
- abril 8, 2025
Hace unas semanas nos sorprendía una noticia difícil de creer: el Everest está repleto de basura. ¿Cómo es posible que a más de 8.000 metros de altura, en un entorno tan inhóspito y majestuoso, exista un auténtico vertedero?
La respuesta es más sencilla —y más triste— de lo que parece: la masificación del turismo de aventura. Cada año, cientos de personas intentan coronar la cima del mundo, muchas de ellas sin el respeto ni la conciencia que un lugar así merece. Al alcanzar su objetivo, dejan tras de sí todo aquello que ya no necesitan: tiendas rotas, bombonas de oxígeno vacías, envoltorios de comida, cuerdas, e incluso excrementos. Todo eso acaba en el suelo, y ahí se queda.
Consecuencias de una cima contaminada
Las consecuencias son alarmantes. En primer lugar, es un problema medioambiental grave: toneladas de plásticos y residuos contaminan un entorno que debería estar intacto. Pero el daño no se queda en la montaña.
Con el deshielo, estos residuos pueden llegar al agua que consumen las comunidades cercanas. Eso convierte el problema en una amenaza directa para la salud de las personas más vulnerables que viven en las faldas del Himalaya.
Además del daño ecológico, hay un impacto visual que duele: donde antes había un paisaje sagrado y salvaje, ahora hay basura. Hemos convertido una joya natural, símbolo de superación y belleza, en el reflejo de nuestra irresponsabilidad como especie.
¿Cuánta basura hay en el Everest?
Se estima que ya hay más de 30 toneladas de residuos en sus laderas. Aunque en los últimos años se han puesto en marcha campañas de limpieza organizadas por ONGs y gobiernos, el acceso es tan complejo que el ritmo de recuperación no alcanza a frenar el deterioro. La cima del mundo se está llenando, poco a poco, de lo peor del ser humano.
Si esto ocurre allí, ¿qué no pasará en nuestras costas?
Si incluso en el Everest hay basura, ¿qué no estará ocurriendo en el resto del planeta? Cada residuo mal gestionado tiene el riesgo de acabar en la naturaleza, ya sea en el océano, en un río o en una playa.
Por eso desde Fundación Ecomar insistimos: la educación ambiental y la concienciación son esenciales. Solo con esfuerzo colectivo y respeto por nuestro entorno podremos evitar que imágenes como las del Everest se repitan en cualquier rincón del planeta.
