fbpx

Theresa: “Ecomar nació con la voluntad de sumar; es un proyecto en el que todo el mundo cabe”

Theresa Zabell quería devolverle al mar parte de lo que este le dio. La deuda era grande: dos medallas de oro olímpicas, cinco Campeonatos del Mundo, tres Europeos y su consideración como mejor regatista del mundo por la Federación Internacional de Vela. Quizá por eso lleva más de 20 años saldándola, limpiando las playas de residuos e impartiendo talleres ecológicos en escuelas. Su asociación, Ecomar, lleva contabilizados 17.883 kilos de residuos recogidos de las costas de España y Portugal desde 2014. Zabell cree que limpiar las playas es importante, pero subraya que el problema se debe cortar de raíz. Solo el 30% de la basura que llega al mar termina en las playas. El resto acaba en el fondo marino, o en el estómago de peces y otros animales. Por eso Zabell incide en la educación, y lo hace centrándose en los más pequeños.

¿Cómo pasaste de ser una deportista olímpica a una activista? ¿Qué fue lo que te impulsó a dar el cambio?

Cuando era una niña y salía a navegar me empecé a fijar en lo que flotaba en el mar y no tenía que estar allí. Y preguntaba a mis mayores, por qué nadie hacía nada al respecto. Esa pregunta quedó sin contestar. Mi impresión se fue agravando a lo largo de los años y cuando estaba ya en la etapa final de mi carrera deportiva me fijaba muchísimo en la situación de los mares. Yo he tenido el privilegio de navegar en mares de todo el mundo y he podido ver cómo había diferencia entre unos y otros. Se fue despertando en mí la necesidad de dar respuesta a mi pregunta. De hacer algo al respecto.

He leído en tu biografía una frase muy bonita: “Quiso reivindicar el azul en una época en la que solo se llevaba el verde…”.

Cuando yo dejo de navegar y decido devolverle al mar al menos una parte de lo que me ha dado, me podía haber sumado a alguna de esas asociaciones de la época, se llamaban “los verdes”. Pero quise hacer otra cosa. Ecomar nació no desde el plano reivindicativo, sino con la voluntad de sumar. Es un proyecto en el que todo el mundo cabe. Quien quiera puede venir en el barco de Ecomar y navegar con nosotros y formar parte de la solución. Aquí no estamos para quejarnos, estamos para aportar soluciones.

Combináis deporte y ecología, ¿son dos disciplinas que maridan bien?

Sí. El deporte, para mí, ha sido una gran escuela de vida y se puede combinar con otras enseñanzas. Los niños que salen al mar, bien sea en un barco de vela, en una piragua o a nadar, se vuelven conscientes de lo que está pasando. Cuando se enamoran de un deporte, a partir de ese momento, quieren cuidar el lugar donde lo practican. A través del deporte se puede llegar a mucha gente, especialmente a los niños. Recordamos un 10%-20% de lo que leemos y un 90% de lo que hacemos. El deporte es eminentemente práctico, por eso es muy útil a la hora de trasladar nuestros mensajes.

Os dirigís principalmente a niños, ¿los adultos ya no tenemos remedio?

Cuando quieres cambiar la forma de pensar de la sociedad te tienes que dirigir a las personas más receptivas. Y esos son los niños. Nosotros, como adultos, tenemos las ideas ya muy hechas, muy constatadas. Es muy difícil hacernos cambiar de opinión. Pero los niños son más receptivos, es más fácil meterles la semilla dentro y que crezca para el resto de sus días. Y eso es lo que pretendemos.

¿Cómo surgieron las jornadas de limpieza de las playas?

Hace 20 años de una forma muy natural. Hacíamos un programa en el que llevábamos a los niños a la playa a ver y a estudiar lo que se encontraran. Y resulta que en vez de hallar residuos naturales encontrábamos basura. Y decidimos empezar a recogerla. Esto, al final, con los años se acabó transformando en actividades específicas de limpieza de costas.

Esta es una actividad eminentemente práctica, así que deja mucho impacto en los niños. Nuestra intención es limpiar las playas, pero siempre decimos que es más importante la lección que se llevan los niños a casa que los kilos recogidos. Porque a partir de esta experiencia podemos empezar a cambiar hábitos, a cerrar el grifo del desperdicio, y actuar sobre el origen del problema. Este es nuestro propósito principal, porque si no cerramos el grifo, por mucho que recojamos, no acabaremos nunca.

Cuando hacemos la recogida hacemos un taller explicando cómo acaba toda esa basura en el mar, para concienciar a los niños. Es un taller que también hacemos por escuelas, porque al final lo importante es cerrar el grifo, escoger otro tipo de productos que generen menos residuos. Y reciclar y tirar bien esos residuos para que no acaben en el mar.

Ahí está la clave, ¿cómo acaban en la playa estos residuos?

El destino final de todos los residuos que no se depositan adecuadamente es el mar. Y el mar, en gran medida, lo absorbe. Pero un 30% lo devuelve a la costa a través de las olas. La verdadera solución está en evitar que estos residuos lleguen allí en un primer lugar. Pero es difícil. Porque contrariamente a lo que piensa la gente, la mayoría de basura que acaba en el mar, cerca del 80%, viene del interior. A veces de miles de kilómetros. El agua va a buscar el agua, y cualquier plástico que es arrastrado por la lluvia, que acaba en un riachuelo, su destino final es el mar.